De: Rosa Luisa Guerra
La educación preescolar no se incorporó formalmente como parte del sistema educativo mexicano hasta este siglo, precisamente en el año 2002, es decir, apenas está llegando a su mayoría de edad. Sin embargo, su presencia en el país se remonta a principios del siglo XX cuando hubo algunos “jardines de niños”, en Veracruz y otros en Ciudad Juárez.
Aunque con dificultades, poco a poco, se extendieron (florecieron, podríamos decir) de tal modo los jardines de niños, que una canción popularizada entre los años 40 y 50 del siglo pasado ya hablaba de ellos.
¿A qué canción me refiero? Pues a una de las más populares en los mismos jardines de niños: “Caminito de la escuela” escrita en letra y música por el famoso, Cri Cri. Seguro muchos hemos oído y podemos cantar de forma entusiasta los primeros versos (o dar dos clic y buscarlos en internet):
Cinco gatitos muy bien bañados alzando los pies van para el kínder entusiasmados de ir por primera vez.
Francisco Gabilondo Soler “Cri-Crí” es uno de los compositores mexicanos más conocidos, y a la vez, más subvaluados porque se le ha encasillado que es el para el público infantil sin apreciar no sólo su asombrosa habilidad para retomar los ritmos y las estructuras musicales de muchísimos géneros, sino en las letras que rezuman algunos los postulados de la Educación Imaginativa.
Lo somático
El primer “uso” de las canciones de Cri-Crí está en el área de la comprensión somática, como es fácil adivinar: ritmos y rimas son sus herramientas cognitivas básicas. A muchos nos tocó la famosa clase de “Cantos y Juegos” en la que si teníamos suerte un pianista animaba en vivo la sesión repitiendo, a veces ya sin entusiasmo, ciertas tonadas mientras la miss nos guiaba para cantar. También eran comunes, y todavía de vez en cuando en algún kínder se usan, para los festivales escolares (o por lo menos hasta que llegara la pandemia y barriera con todo los escenarios conocidos).
Es muy evidente, que las canciones de Cri-Crí favorecen el moverse, también el entender el mundo a partir del movimiento del cuerpo (se vale leer la siguiente estrofa estirando los brazos hasta arriba y luego bajándolos:
había un chorrito, se hacía grandote se hacía chiquito
¿Verdad que ese fácil sentir que nos hacíamos grandotes y nos hacíamos chiquitos?
Pero no es la única que favorece esa relación con el cuerpo, sus ritmos y sus movimientos. Las vocales en la famosa “Marcha de las letras” desfilan ante nuestros ojos dibujándose a partir de lo somático:
Primero verás Que pasa la 'A' Con sus dos patitas Muy abiertas al marchar.
Ahí viene la 'E'
Alzando los pies,
Y luego hasta atrás Llegó la 'U', Como la cuerda Con que siempre saltas tú.
La percepción del cuerpo
Más allá de los ritmos y melodías, y el apelar al cuerpo como elemento de aprendizaje e interiorización de conceptos, la variada producción de Cri-Crí ofrece oportunidades para manejar situaciones adversas como aquellas donde la visión del cuerpo puede resultar negativa, pero que se sobreponen, es decir, como dijo mi hija “enseñan a las niñas que ser fea no es malo”. Porque los que te quieren te aceptan, no importa cómo te veas y que no vale la pena llorar por los que no te aprecian como bien dice el ratón al regañarla y recordarle:
Te quiere la escoba y el recogedor te quiere el plumero y el sacudidor te quiere la araña y el viejo veliz también yo te quiero y te quiero feliz.
Para ser eficaz, es evidente que la producción de letras se construye a partir de una multitud de metáforas que precisamente facilitan que los niños y niñas de 3 a 5 años que se volvieron con los años en los destinatarios oficial de esas canciones pasen a la comprensión mítica y que esas metáforas se graben de un modo muy especial.
Ciertamente, los primeros que escuchaban en el programa de radio más importante para la infancia durante casi tres décadas: Cri-Crí, el Grillito Cantor. En medio de nuestra cultura visual necesitamos subrayar la importancia de que los niños no vieran y que construyeran sus imágenes y metáforas sin mediación de nada ni de nadie. Me encantaría recuperar esa magia para las generaciones actuales porque sin duda el impacto de lo auditivo en la comprensión somática se erosiona un poco al día de hoy. Las mamás que hoy han tenido que compartir con las profesoras la labor de formar a los pequeños, tienen en Cri Crí una opción a la mano (o al clic) para abrir las posibilidades de la educación desde lo somático, que se ha visto todavía más castigada por el encierro.
Estas canciones ocupan lugar central en nuestro entorno mítico, de cómo configuramos nuestra noción de muchas cosas y pocas veces regresamos a revisar su contenido para valorar se han convertido en las historias sobre cómo concebimos, por ejemplo, el ideal de la escuela, que hoy más que nunca nos parece lejano y por eso hoy más que nunca necesitamos retomarlo (y replantearlo).

Cri Crí nos enseña cómo es la escuela
Si retomamos el “Caminito de la escuela”, encontramos que los valores de puntualidad (apurándose a llegar/la tortuga va que vuela), de responsabilidad (con sus libros bajo el brazo, con gomas, cuadernos, espejuelos, mochilas), de aseo (muy bien bañados) el apoyo familiar (da la mano a su mamá) y, sobre todo, algo que idealizamos, pero que tal vez hemos perdido: la convivencia de los desiguales.
Los animales que acuden a la escuela no podrían ser más diferentes entre sí, de hecho, en la naturaleza evidentemente ni podrían convivir pacíficamente una jirafa con el león, y ni hablar de las dificultades técnicas de que un tiburón acudiera a la escuela. Pero la metáfora apunta primero momento histórico donde la obligatoriedad de la educación (primaria) se está extendiendo por todo el país. Apunta a que todos los niños del país tenían que acudir a la escuela porque ahí se da el cambio final de lo mítico a lo romántico descifrar las letras “Porque en los libros/ siempre se aprende/ cómo vivir mejor”.
La lectura factor esencial
Ese “vivir mejor” se puede leer en tantas capas: desde una que apunta a mejorar la convivencia social como se ve en esa asimilación de los dispares en el espacio de la escuela, pero también en cada uno de los estudiantes adquiera las herramientas que le permitan ser la mejor versión de sí mismo. Y esas herramientas son los libros.
No es casual que para Gabilondo Soler que “Caminito de la escuela” lo que en realidad exalta es que la escuela es medio para aprender a leer, para apropiarse cada uno de conocimiento, porque es conocido que él se aburrió enormemente en la escuela. La dejó, pudiendo haber continuado, al terminar sexto, sin embargo, fue un lector voraz, de hecho, la definición de autodidacta podría llevar su foto en el diccionario.
A través de sus lecturas y estudios guiados por sus intereses desarrolló no sólo la maestría musical que hoy parte de nuestra herencia cultural, sino que llegó a ser miembro en 1951 de la Sociedad Astronómica de México, lo que da cuenta de su domino de la física, las matemáticas y demás ciencias que son la base de la Astronomía.
Las historias de nuestro aprendizaje
La gran aportación de Gabilondo Soler a nuestra educación se enfoca tanto en habernos dado una multitud de historias, con metáforas muy ricas, que permiten que lo que subraya Gillian Judson “ideas y emociones se evocan a través de las historias, las oposiciones dramáticas, la rima/el ritmo/el patrón, utilizando el cuerpo y con sentido del misterio”.
Como en recordar que la educación escolarizada debe ir más allá que simplemente unificar a los dispares en las áreas en la que sea propicio hacerlo para mejorar la convivencia, pero que podría apuntar a un ideal más alto que es dotar de herramientas que sirvan para que la vida individual sea plena, y parafraseando siempre se aprenda a vivir mejor a través de la lectura.
Definitivamente, sus muchas lecciones merecen ser descubiertas por las nuevas generaciones y también el hacer una relectura más profunda a partir de las comprensiones y la Educación imaginativa, y más en el entorno tan retador que en la que la pandemia nos ha colocado a padres y maestros. Cri Cri, ese Grillito Cantor, todavía nos ofrece muchas notas, ritmos y reflexiones que pueden enriquecer la labor de la educación.
Judson, Gillian “En el aprendizaje, las emociones también son importantes” en Educación imaginativa. Una aproximación a Kieran Egan. (2017) Morata: Madrid.
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Rosa Luisa Guerra
Es autora de la colección de seis libros para niños: Así era la vida en... Época prehispánica, Virreinato, Independencia, Porfiriato, Revolución y México Moderno publicada por Ediciones Larousse.
Es coautora del libro Cara o Cruz: Francisco I. Madero, de Editorial Taurus.
Escribió: Apuntes de Literatura: Fausto (Goethe), Apuntes de Literatura: Divina Comedia (Dante) Apuntes de Literatura: 20 000 leguas de viaje submarino (Verne), todos de Nueva Imagen.
Ha escrito cerca de 20 libros de texto para la enseñanza del español para todos los niveles educativos.
Ha colaborado en la redacción de títulos de libros para niños y adultos en Editorial Larousse y Nueva Imagen.
Fue guionista de la serie infantil Viajeros del Tiempo Bicentenario, 25 cápsulas sobre la Independencia de México.
Participó durante 2019 semanalmente en el programa televisivo Tu Ciudad Es del Capital 21 en el segmento Lectura para principiantes.
Ha sido profesora universitaria de asignatura en UIA, UP y actualmente del CESSA.
Licenciada en Literatura Latinoamericana (UIA), maestra en Comunicación Social (UP) y tiene un máster en educación con especialidad en familia (CUV adscrito a la Complutense).
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