
Por: Héctor González
Caminar es inspirador. Michel de Montaigne, el filósofo que llevó el género del ensayo a niveles que nadie más ha alcanzado, hizo de caminar arte. Ensayos su obra cumbre, se construyó en buena parte durante las divagaciones que hacia mientras andaba por la calle. Qué decir de Sócrates. La parte sustantiva de su pensamiento se cimentó en las conversaciones que tenía durante sus andanzas callejeras.
Sin ir más lejos, quién no ha pensado mejor las cosas después de una buena caminata. Si coincidimos en la sanidad mental y física de un buen paseo, ¿por qué no asumimos la actividad como una puerta del aprendizaje y el conocimiento?
La especialista Gillian Judson, una de las creadoras junto con Kieran Egan de Educación Imaginativa, nos invita no sólo a reencontrarnos con el paseo como mecanismo de reflexión, sino a incorporarlo como parte de un sistema pedagógico sin distingo de edad.
Su libro Salgamos a caminar el plan de estudios: caminar, descubrir, encontrar sentido al lugar, más que una guía es una invitación a repensar y refrescar nuestra forma de aprendizaje. Si bien el texto está dirigido a docentes de preescolar y educación básica, la realidad es que su lectura nos cae bien a todos. “De entrada, el cambio de contexto que se genera cuando se realiza la caminata, puede involucrar emocional e imaginativamente a los estudiantes”, advierte Judson. Una vez más, el argumento se sostiene por sí solo. Cuando viajamos a otra ciudad ponemos más alerta nuestros sentido y somos más receptivos al descubrimiento de lo “nuevo”.

Judson da forma a ideas o nociones que podríamos asumir como obviedades y les da una sistematización. Utiliza el concepto “sentido del lugar” para referirse a la conexión emocional que se genera entre una persona y algún aspecto de la naturaleza, la ciudad o la población en la que se encuentra.
Sus propuestas se sustentan en los cursos y pláticas impartidas, así como en los ejercicios. Las columnas de sus recomendaciones están en la experiencia empírica y práctica. Capítulo a capítulo desarrolla la metodología necesaria para hacer más provechosa la caminata.
Hace uso de las herramientas cognitivas: Emoción, Imaginación y Sensación, vehículos para relacionarnos y cambiar nuestra relación con el mundo. Judson nos invita a encontrar las ventajas de la caminata. Las más obvias tienen que ver con los recursos (es barato) y con la ecología (es una forma muy sencilla de valorar el medio ambiente); las menos evidentes se sostienen en el objetivo de “evolucionar el entendimiento del mundo natural que nos rodea para ser conscientes de todo lo que la naturaleza tiene para enseñarnos”.
Para ello es preciso desde luego, avisar a los padres de familia, pero también hablar con los estudiantes y sensibilizarlos para esta forma de aprendizaje. Cada salida o paseo se debe vincular con el plan de estudios en lo teórico y en lo práctico. Y no sólo eso, necesita acompañarse de ciertos ejercicios que van desde la descripción hasta el entrenamiento de la mirada y la observación. Busca además, incentivar en el alumno la importancia de estar in situ y de lo estimulante que resulta. Propone distintos tipos de caminata –de los escondites, entre vecinos-, así como distintos mecanismos para ubicarnos y conocer no nada más el entorno en turno, sino también las disciplinas escolares.
Ahora cuando incluso podemos recorrer museos por computadora o tener emociones artificiales, la invitación de Gillian Judson es más que necesaria. Su propuesta implica a reconectarnos y reconocernos con la socialización humana, hoy regulada por las redes sociales; pero sobretodo reencontrarnos con el mundo que nos rodea –el real, no el virtual-y a insertarlo en nuestra forma de aprendizaje.
Gillian Judson. Salgamos a caminar el plan de estudios: caminar, descubrir, encontrar sentido al lugar. 86 pp.

Por supuesto! Cuando uno sale a caminar sin pendientes en el camino piensa, reflexiona y recuerda mejor, además de ser un buen cardio básico