Dudar e imaginar. Entrevista a Juan Villoro
- Educación Imaginativa
- 6 oct 2020
- 2 Min. de lectura

Por Carlos Jordán.
"La imaginación, el ingrediente que da sabor al pan de cada día".
Juan Villoro
En su libro La peste, Albert Camus escribió que si el ser humano necesita de una tragedia
para cambiar es que algo anda mal. Asumir “el no hay mal que por bien no venga” equivale
a reconocer que necesitamos de una especie de castigo para salir adelante. A lo largo de
nuestra vida en casa, escolar o profesional, el estímulo premio-sanción es más común de
lo que quisiéramos. Sin embargo, parece ser condición humana que solo “cuando nos
sentimos arrinconados concebimos ciertas respuestas y esto tiene que ver con las
condiciones de supervivencia. En la comodidad nos relajamos, pero basta que haya algo
urgente para idear algo nuevo y extraer lo mejor de nosotros mismos”, explica el escritor
Juan Villoro.
Miembro de El Colegio Nacional y autor de más de una decena de libros, entre ellos, el
recién publicado Examen extraordinario (FCE/Almadía), el escritor reconoce en la
inseguridad el principal combustible del arte. “Inevitablemente todas las cosas que nos
gustan nos ponen nerviosos. La frase ‘torero sin miedo no es torero’, suele ser recitada por
los actores antes de entrar a escena. Todo intérprete se pone nervioso antes de encarnar a un personaje y su talento consiste en la reconversión del nerviosismo en una aparente
seguridad escénica. Crear implica dudar y ponerse en tela de juicio. Hoy todos estamos en
esa tesitura ante un enemigo invisible que no sabemos cuándo pasará. La pandemia
enfatiza muchas cosas imaginadas desde la literatura”.
No obstante, Villoro reconoce que para superar la constante incertidumbre y la zozobra del
día a día, la imaginación es más que necesaria para sobrevivir y salir a flote. “Hemos
soportado el tedio, la desesperación y la zozobra del encierro gracias a la posibilidad de
representar el mundo, de recitar poemas, de cantar o de leer libros. La imaginación ha
demostrado su importancia en nuestra constitución como sujetos”.
El narrador es un convencido de que el ser humano es más que la economía y defiende la
educación y la cultura como resortes libertarios. “El ser humano no vive solo en una
dimensión material. Necesita soñar, ilusionarse y pensar”. Al hacerlo recuerda y concluye
que es la libertad de elegir, aquello que nos define como seres humanos. “Cuando Jesús
dice no solo de pan vive el hombre, en realidad nos habla que no solo somos lo material. A
través de esa parábola se nos muestra que la libertad se obtiene con cultura. Por tanto, el
pan en sí mismo no es suficiente, requiere de la imaginación para que sea sabroso.
Confucio decía: “necesito arroz para vivir y flores para saber que vivir vale la pena”.
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