Por Jannen Contreras

Una manera de entender la metodología de la conservación-restauración aplicando la
educación imaginativa.
CONTEXTO: La metodología de la conservación-restauración de la herencia cultural
tangible.
Me parece que para la mayoría de las personas la conservación-restauración de la herencia cultural pueda parecerles una actividad interesante y “bonita”, pero solo unos cuantos saben que se trata de una sólida disciplina antropológica que hace uso de una variedad de metodologías, derivadas de teorías específicas acerca de cómo los objetos se vinculan con las sociedades y su función como elementos del particular lenguaje que nos permite leernos unos a otros a través del tiempo (Coleman 1993), y que los profesionales de la conservación-restauración somos intermediarios que identifican y priorizan la información que será transmitida.
Este texto describe un ejercicio realizado por los estudiantes del primer semestre de la licenciatura en Restauración de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, del INAH, en la Ciudad de México.
Estoy convencida de que la metodología es un arma de defensa para los conservadores-restauradores, así que encuentro obligatorio que los estudiantes aprendan sobre ella, pero el desarrollo de este conocimiento en los jóvenes estudiantes (cuyas edades oscilan entre los 18 y 22 años en su mayoría) puede ser un reto, pues con frecuencia las metodologías son percibidas como meras listas de “pasos” a seguir que no siempre se vinculan con el trabajo que hacemos, al punto de que cuando se les pregunta incluso a profesionales con gran experiencia responden cosas como “no, yo no sigo una metodología, estudio al objeto, pienso acerca de su mejor estado posible, evalúo las diferentes opciones, elijo la que me parece mejor y ejecuto el tratamiento de conservación”, lo que es obviamente un modo etodológico de proceder, pero ellos mismos no lo reconocen.
Actualmente dos de las propuestas metodológicas más conocidas son las de la restauradora Barbara Appelbaum, y la de la Fundación para la Conservación de Arte Moderno, conocida como SBMK's Decision-Making Model (1999) o localmente en México: “el Modelo de la discrepancia”. Ambos implican lograr el conocimiento más profundo posible del objeto y una evaluación posterior para la construcción de decisiones y el tratamiento.
Tal vez el aporte más conocido y relevante de la propuesta de Appelbaum es el concepto de “estado ideal” (2007: xxi), mismo que he preferido enseñar como:
aquel que integra, denota y promueve las cualidades que acentúan su eficiencia para identificarse y adaptarse al entorno presente, pues en el entendido de que los objetos son herramientas útiles para ayudar a la reconstrucción de una o más realidades [...] paralelo con la selección natural y la supervivencia del más apto: el estado que la naturaleza selecciona para prevalecer es aquel que puede desarrollarse en más formas que cualquier otro. Debemos escoger de una gama de opciones “consecuentemente, el estado ideal impone un proceso intensivo de construcción de decisiones que incluye una revisión de los criterios y objetivos realistas de conservación (Contreras 2020: en prensa).
Por su parte, el aporte más significativo del SBMK's Decision-Making Model (1999) está obviamente en el proceso de construcción de decisiones acerca de la orientación del tratamiento de restauración, al hallar la discrepancia entre el estado actual del objeto y la forma en la que debe ser percibido para cumplir su función; para transmitir su mensaje. Así que, aunque son diferentes metodologías, y la segunda fue desarrollada para arte moderno y contemporáneo, porque su naturaleza está primordialmente ligada al significado (y no tan orientada a la naturaleza material, como se podría pensar para otras formas de la herencia cultural), se complementan mutuamente.
¡Llegó la hora de aplicar la educación imaginativa!
Para evitar la percepción de la metodología como una mera serie de pasos propuesta por otra persona y hacer que los estudiantes sean conscientes de su utilidad, generalmente les pedimos que se dividan en dos grupos, uno lee el texto de Appelbaum, el otro el del "Modelo de discrepancia" y luego, en una lección posterior, ambos exponen las ideas principales de cada uno. Esto ha resultado bien, pero podría ser mejor. Nosotros (mi colega profesora María Ruiz y yo) probamos una opción diferente, una desarrollada a partir del –excelente– diplomado de educación imaginativa que estaba cursando en ese momento.
Este conocimiento claramente requiere de una comprensión de tipo filosófica y parecía bastante posible organizar algo divertido y diferente teniendo en cuenta la edad de los estudiantes, y para ser justos, considerando que son un grupo notable de jóvenes inteligentes y críticos. Por lo tanto, propuse un ejercicio que incluyó:
● un oso de peluche,
● un cómic,
● dos metodologías de conservación diferentes pero complementarias (la de
Appelbaum y el "Modelo de discrepancia"),
● 26 estudiantes de conservación.

El ejercicio consistió en asumir que el oso de peluche era su bien cultural a conservar y restaurar, para la sociedad actual y la futura. Tenían que crear una historia en torno a él, la "historia de la vida del artefacto", su biografía (Appadurai 1986), y tenían que conseguir toda la información necesaria para exponer la construcción de decisiones de conservación utilizando ambas propuestas metodológicas, y contarlo todo en un cómic de 26 imágenes. Al exponer la tarea, llevé un oso de peluche naranja al aula y les pedí que lo mantuvieran ellos para obtener inspiración. Me encantó verlos pasarlo de mano en mano, tomarse selfies, abrazarlo, entre otras cosas que despertaron su comprensión somática.
Luego comenzaron a proponer posibles opciones para su historia de vida, parecían divertidos y extrañados, en algunos el oso era un héroe intergaláctico, pero generalmente los héroes no están sujetos a tratamiento de conservación, por lo que tuvieron que desarrollar otras ideas. Durante este ejercicio tuvieron que organizarse, jugar, asociar con lo heroico, cambiar contextos y finalmente encontrar los límites de la realidad (bueno, más o menos, nunca abandonaron el escenario fantástico). Así que creo que lograron las comprensiones mítica y romántica de una manera bastante fluida.


La trama
La trama que desarrollaron es la de la reina/princesa Concha –su profesora de historia– quien aparece en un estudio de conservación intergaláctico (Central de Restauración Intergaláctica) con un importante oso de peluche naranja que necesita tratamiento de conservación, allí dos conservadoras-restauradoras –sus profesoras de metodología– deberán enfrentar la tarea.
Ambas tienen diferentes puntos de vista, una prefiere la metodología propuesta por Appelbaum, la otra el Modelo de la discrepancia de SBMK. Ambas metodologías son paralelas al caracterizar el objeto y comprender su historia de vida. Para esas actividades, la idea general del avance del trabajo de conservación iba bien y las protagonistas hicieron uso de máquinas extraordinarias que leían mentes y buscaban en el pasado. Esto les permitió saber que el oso llegó al planeta de la reina/princesa Concha y, durante el paso por la atmósfera, su nariz terminó desgastada.
Por lo anterior el desgaste de la nariz se identificó como significativo para el objeto, ya que se convirtió en parte de las razones por las cuales tal oso se convirtió en un objeto de culto. Sí, porque el oso era adorado por las "Conchas", los habitantes del planeta donde gobernaba la reina/princesa Concha (por cierto, recordemos que, en México, Concha es el apodo de esas mujeres llamadas Concepción, y las conchas son panes dulces, favor de no confundir con otras formas de entenderlo).
Todo funcionaba bien hasta el punto de determinar el estado ideal del oso y la toma de decisiones para el tratamiento de conservación, las restauradoras –María y Jannen– estaban listas para pelear entre ellas hasta que se dieron cuenta de que sus metodologías se complementaban entre sí, que la teoría de una dialéctica entre el objeto y las personas funcionaba muy bien para ambas. Después de esta comprensión, casi iluminación, se fusionaron– al igual que la fusión de Gokú y Vegeta de Dragon Ball–, y decidieron juntas con mejores herramientas. Tenían claro que la abrasión de la nariz era fundamental para su función y para manifestar todos sus valores posibles, por lo que la mantuvieron así y aplicaron todos los demás tratamientos para conservar al oso y hacer que pueda cumplir su función con la sociedad del planeta Concha (incluido el uso de una solución al 3% de elixir de amor).
En consecuencia, llegaron a un acuerdo y un resultado de los tratamientos de conservación-restauración satisfactorio.

El resultado
Después de la presentación del cómic, que incluyó algo de actuación pues cada uno de los autores explicó el cuadro que ilustró, las profesoras hicimos una serie de preguntas sobre las metodologías, su aplicación, la forma en la que construyeron las decisiones y de forma muy satisfactoria todo parecía estar claramente entendido por todos los estudiantes, quienes no solo lograron organizar toda la trama en la cantidad de imágenes requeridas sino también la apariencia de los diferentes personajes.
Fue muy grato ver que este conocimiento –que puede ser árido– se expresó de una manera tan alegre, con la ayuda de Educación Imaginativa.

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Jannen Contreras Vargas
Docente de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía
(ENCRyM-INAH), México.
jannen_contreras_v@encrym.edu.mx
Licenciada en Restauración de Bienes Muebles, Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM, México); Maestra en Ciencias, Conservación Forense (Universidad de Lincoln, Reino Unido), cursa el doctorado en Estudios del Mundo Antiguo (Universidad Autónoma de Madrid, España). Docente de restauración, metodología y química aplicada, en la ENCRyM, desde 2001. Se centra en las metodologías de entendimiento y resolución de los problemas que enfrenta a la herencia cultural, particularmente la conformada por metales. Coordinó el proyecto de restauración de El Caballito y fue parte del equipo de restauración de La Minerva, de Guadalajara, México.
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