top of page

El salvavidas de la nueva normalidad



¿Cuántas veces has escuchado hablar de la nueva normalidad en las últimas semanas? Es verdad que la pandemia trastocó nuestra rutina personal y laboral. Sin duda hay normas sanitarias que deberemos seguir al pie de la letra mientras no se consiga una vacuna contra el Covid-19. Aprenderemos a vivir con la sana distancia o a lavarnos las manos cuantas veces sea necesario. Si lo pensamos detenidamente, estos ejercicios tampoco son tan complicados, ¿no?


Quizá convendría que nos planteáramos “la nueva normalidad” como algo más profundo y que reconozcamos que desde hace tiempo algo nos habían advertido pedagogos, científicos, sociólogos e informáticos.


Por ahí de 2005, el ingeniero de Google, Ray Kurzweil comenzó a divulgar el concepto de “Singularidad tecnológica” para advertir que al ritmo que vamos llegará un momento en que la tecnología se desarrollará de manera tan rápida que los robots, computadoras y máquinas, serán capaces de mejorarse a sí mismos. Bajo su pronóstico, en 2050 el mercado laboral será muy diferente al que conocemos. Algunos empleos desaparecerán y vía la inteligencia artificial nacerán nuevas disciplinas. Entonces muchos lo cuestionaron.


Hoy, ya sabemos que no hace falta imaginar películas como Blade Runner o la animación de Disney, Wall-E, para pensar realidades donde predomine la tecnología. En muchos sentidos, la pandemia y el confinamiento nos han obligado a re-enfocar las dinámicas educativas y laborales de una manera más acelerada.


¿Cuántos de nosotros no sabíamos siquiera de la existencia de Zoom hasta ahora? ¿Cuántos de nosotros tuvimos que aprender a maniobrar la computadora para dar cursos, tener juntas o incluso fiestas y reuniones virtuales? Sería ingenuo pensar que varias de estas dinámicas no llegaron para quedarse. Varias de ellas son incluso más efectivas y baratas. Así como quedó en evidencia el altísimo costo que supone desatender los sistemas sanitarios a nivel público, también quedó en evidencia que son pocos quienes realmente se han sumado al tren de lo que organismos como el Banco Mundial llaman Cuarta Revolución Industrial.


A partir del horizonte que, en términos laborales y educativos, plantea 2050, en Estados Unidos se diseñó un esquema de enseñanza conocido como 4C dado que incorpora a la pedagogía los conceptos: comunicación, colaboración, crítica y creatividad. En su libro, 21 lecciones para el siglo XXI, el historiador israelí Yuval Noah Harari nos invita a repensar en lo que, quienes tienen a su cargo la educación, necesitan enseñar de cara al futuro inmediato.



No es casualidad y sí causalidad que la pedagogía de las 4C corra en paralelo con las fases de la imaginación que propone Kieran Egan. “Comunicación” equivale a nuestra imaginación mítica en tanto que tiene su punto de partida en el lenguaje; “Colaboración”, tiene que ver con nuestra fase romántica, pues ambas aportan a la construcción de nuestro sentido de la realidad. La “Crítica” o llegados a este punto, nuestra fase filosófica, nos lleva a la creación de esquemas de pensamiento propios y producto de nuestro conocimiento. Por último, la “Creatividad”, no es más que nuestra fase irónica o desenfadada, es decir, cuando nuestro nivel de reflexión nos lleva a descreer en las verdades absolutas y asumir la necesidad un sistema de pensamiento flexible y con la capacidad de adaptarse a las circunstancias.


Uno de los objetivos de la educación imaginativa consiste en aportar las herramientas necesarias para afrontar y resolver nuestros dilemas cotidianos. Si asumimos la nueva normalidad como una oportunidad para reconocernos ante una realidad que día a día nos envía señales que no hemos sabido o querido leer, estaremos en mejores posibilidades de la encontrarle la cuadratura al círculo.


¿Era necesario un nuevo virus para revalorar la importancia de la salud, la solidaridad y la

educación? Imposible saberlo. En dado caso estamos en un punto de quiebre. Cada quien sacará sus conclusiones personales de este periodo, lo cierto e innegable es que tendremos que aprender a reenfocar nuestras prioridades y a reubicarnos dentro del sistema de vida venidero. Una vez más, como sucede en toda crisis, la imaginación es el salvavidas más inmediato a nuestro alcance. Aquí la pregunta es: ¿sabes cómo usarlo?



Comments


bottom of page